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jueves, 29 de enero de 2015

La cultura del desapego precoz

Desde que el ser humano pobló este mundo, la manera natural de alimentar al bebé de nuestra especie era dando la teta, hasta que surgió la industrialización de la leche y con ella la popularización de los teteros, con lo cual dar el pecho se convirtió en una práctica poco común. 

Los niños han dormido a lo largo de siglos acompañados por sus madres para sentir calor, seguridad y alimentarse a demanda durante las noches, hasta que llegó la pediatría conductista y condenó el colecho y ordenó que los bebés duerman en solitario consolados con un oso de peluche... 

Así mismo los bebés humanos  se calmaban en brazos o se porteaban todo el tiempo en pareos o fulares, pegados al cuerpo de mamá,  hasta que surge la novedad histórica de cochecitos, sillitas eléctricas de esas que vibran o se mecen, entre otros sustitutos del cuerpo materno. 

Siempre había sido el pecho de la madre lo que calmaba la necesidad de succión (por hambre o consuelo) de los niños hasta que se destetaban naturalmente a una edad en que ya no necesitaban llevarse ni dedos ni otros objetos a la boca para sentir seguridad. 

Pero un día se inventa el chupón o “pacifier” (pacificador), que luego pasó a ser tan popular y recomendado por médicos y otros profesionales de salud, como un sustituto del pecho materno. Nos hemos organizado dentro de la cultura del desapego que supone fabulosas ganancias para toda una industria de artilugios plásticos sustitutos del cuerpo materno, una cultura que engendra desamor, carencia afectiva y soledad...

Aclaremos que  no se trata de ser extremistas ni radicales. Usar chupón, coche, un oso de peluche de manera muy puntual no es el problema. Usarlos como sustitutos del cuerpo materno de manera sistemática, sí que lo es. Y es lo que hacemos normalmente en esta cultura del desapego.

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miércoles, 28 de enero de 2015

Los niños son manipuladores: ¿verdad o mito?





Constantemente escucho decir que los niños son manipuladores. Con frecuencia algunos padres me preguntan si esto es real o es un mito.

Por una parte los adultos actuamos a partir de la creencia muy arraigada de que los niños no entienden nada, de que son como animalitos meramente instintivos. Se llega decir incluso que “niño no es gente” y por tanto no se trata de razonar, informar o acordar con la criatura,  si no de eliminar  la “resistencia” de forma mecánica con golpes o reprimendas, castigos o recompensas. Sin embargo al mismo tiempo damos por sentado el hecho de que son lo suficientemente astutos para manipular. Es decir, para hacer operaciones cognitivas avanzadas que permiten detectar la psicología del adulto y manipularlo, el niño si que tiene capacidades, pero para entender explicaciones en lugar de recibir sistemáticamente órdenes, no.  He aquí otra de las innumerables y curiosas contradicciones que desde la mirada adultocentrista se construye sobre la infancia. 

A ver. Usemos el sentido común… El niño carece de autonomía para garantizar su sobrevivencia. El niño tiene muchas necesidades físicas (malestar, hambre, sueño) y muchas necesidades emocionales (afecto, mirada, nutrición epidérmica, consuelo, interacción con un adulto significativo, etc. ) todas naturales, todas legítimas, todas fundamentales para desarrollarse saludablemente, y las expresa a través de las herramientas o recursos con los que cuenta en su momento madurativo y del modo en que consigue ser escuchado o logra entrar en el radar de sus padres (lloran porque es su herramienta más potente de comunicación, gritan si no les atienden, hacen berrinches si sus cuidadores no les han interpretado o atendido oportunamente sus necesidades, malestar o frustración, etc.)  Ahora bien, si eso es manipular, pues me parece lógico que manipulen porque si no lo hacen, siendo tan dependientes de un adulto cuidador que sepa interpretar sus necesidades y cubrirlas para sobrevivir ¿cómo obtendrían lo que necesitan?

La pregunta que deberíamos hacernos los adultos es: ¿el niño es manipulador o somos nosotros los que sistemáticamente desoímos sus pedidos genuinos de atención y vínculo para degradarlos rápidamente a la condición de capricho y mala crianza...?


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Maternidad Venezolana 2.0 Cuentas para seguir

Me siento honrada por hacerparte,  junto a estas maravillosas mujeres, de la lista de cuentas de maternidad venezolana recomendadas por el diario El Fortín de Guayana:
@modomama @webchiquiticos @clubparamamas @mamasrunners @rebekkamoreno @conocemimundo @preguntamama @mcontemporanea @pollitoingles @coachingmamas @vidacomomama @prolactancia

Mi amor y gratitud en nombre de los niñas y niñas que se benefician de este trabajo. Cada día la Crianza Respetuosa va llegando a más hogares venezolanos.

En este enlace del blog Vida Como Mamá  pueden ver la nota completa publicada en el diario el Fortín de Guayana 

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martes, 20 de enero de 2015

Piensa fuera de la caja

Una de las interferencias más comunes de la criaza se arraiga en la necesidad de mantenernos en la zona de confort sin disposición de preguntarnos porqué seguimos haciendo las cosas del mismo modo y cerrándonos al cambio. La psicopediatra y autora Rosa Jové en su libro "Todo es posible" nos recuerda que si no existieran personas capaces de cuestionar los idearios y condicionamientos sociales, aún estaríamos en la Edad Media. Jové relata la anécdota de una mujer que había hecho durante años la receta de rollo de carne asada exactamente como aprendió con su madre: adobaba, maceraba, amarraba y cortaba las dos puntas en ambos extremos del rollo de carne antes de meterla al horno. Un buen día se cuestionó las razones de cortar las puntas del rollo de carne y llamó a su mamá para indagar. Su madre le respondió que cortaba las puntas porque el molde donde iba la carne era muy pequeño y tenía que hacerlo así para que cupiera dentro... Vale la pena preguntarse cuántas de nuestras creencias, idearios y costumbres actuales siguen teniendo alguna utilidad o sentido, vale la pena atreverse a cuestionar lo naturalizado y hacer las cosas de un modo distinto al que lo hemos hecho siempre. La vida es cambio constante, busquemos nuevos referentes para educar a nuestros hijos y alumnos o corremos el riesgo de atascarnos en esquemas vencidos. Hay que atreverse a romper con la consistencia. Piensa fuera de la caja.



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