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miércoles, 4 de junio de 2014

Mi hijo tiene miedo y no sé que hacer



Recientemente una mamá me comunicaba su inquietud en relación al miedo de su hijo de en edad escolar a meterse  en la piscina. Lo había apuntado en clases de natación pero su hijo se angustiaba mucho toda vez que debía zambullirse en el agua. Algunos opinólogos le recomendaban que el niño asistiera a las clases y se metiera en la piscina en contra de su voluntad. Sin saber qué hacer, la mamá me preguntó por alguna lectura sobre el miedo infantil y recordé un capítulo dedicado a ese tema en el libro "Amar Sin miedo a Malcriar" de la psicóloga y autora española Yolanda González, frecuentemente citada y recomendada en mis divulgaciones sobre crianza respetuosa.

 
González comienza por decir que para apoyar consciente y respetuosamente a nuestros hijos frente a sus experiencias de miedo,  en primer lugar necesitamos revisar nuestras propias emociones en relación a aquello que el niño teme, porque probablemente sea por nosotros que el pequeño lo esté percibiendo y reflejando. Así mismo desaconseja en todo momento burlarse o banalizar sus temores con comentarios como "mira lo grande que eres y todavía con miedo a la oscuridad, ¿no te da vergüenza?, etc.". La especialista en crianza alternativa nos recuerda que sea   real o imaginario, el miedo siempre cumple con la función de auto-protección. De hecho el miedo es un mecanismo evolutivo que nos alerta sobre situaciones peligrosas y se gatilla para que nos protejamos garantizando así la sobrevivencia. Por esa razón es importante que criadores, cuidadores y adultos responsables de los niños, siempre escuchemos con respeto sus temores, asintiendo y sin negarlos, al tiempo de brindar el apoyo que la criatura necesite para sentirse protegida o segura hasta superarlos.

Cuando los niños manifiestan miedo, la autora de Amar Sin Miedo a Malcriar, recomienda transmitir seguridad con la actitud y con la palabra. Igualmente nos recuerda la importancia de acompañar a los pequeños sin presionar, ni obligar a enfrentar por sí mismos la experiencia que les asusta. De manera que si un niño teme ir sólo al baño de noche, lo acompañemos mientras le tranquilizamos diciéndole que estamos seguros de que en algún momento perderá el miedo y lo hará por sí mismo, y que siempre que nos necesite estaremos allí, aclara la psicóloga española.  Para sobrevivir, un niño en total o gran medida, según sea su edad, depende de uno o varios cuidadores significativos con quienes previamente ha establecido un vínculo fuerte y que a la vez sepan interpretar y satisfacer sus necesidades. De manera que cuando un niño se estresa o siente miedo, el apego con su cuidador o adulto significativo le supone encontrar la nutrición afectiva, el consuelo y la seguridad necesarias para regularse hasta sentar las bases para emprender gradualmente la exploración por sí mismo. Más o menos es así como ópera el apego seguro.

Prevenir la exposición a situaciones que provoquen miedo en el niño es algo que podemos hacer los adultos cuidadores, tal y como recomienda la especialista. Con lo cual   no debemos meterles miedo para que nos obedezcan (si no comes o te portas mal vendrá el coco o el hombre del saco, etc) ni tampoco amenazarles con que los dejaremos de querer, siendo que ello conlleva a crearles inseguridad.  En el mismo orden de ideas debemos evitar exponer a los niños a experiencias para las que aún no se encuentran preparados, tales como programas de televisión, películas, o situaciones que sobrepasen el momento evolutivo en el que se encuentra la criatura,  explica Yolanda González.


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