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miércoles, 29 de enero de 2014

Lo que no se dice sobre la silla de pensar o tiempo fuera






Cada vez que me preguntan si estoy de acuerdo con recursos conductistas como la silla de pensar, tiempo fuera, carteleras de puntos, el «un, dos, tres»…   para lograr que los niños modifiquen su comportamiento, respondo categóricamente que no apruebo sistemas de entrenamiento canino para educar a nuestros pequeños.

El tiempo fuera, time-out, silla de pensar, entre otros nombres con que se acuña la práctica de aislar a los niños durante un lapso de tiempo determinado que se establece y va aumentando según sea la edad o la falta, para detener una conducta no deseada, es una forma de castigo psicológico, vivido por el niño como una experiencia humillante y aterradora, frecuentemente aplicado tanto en el hogar como en la escuela.  No importan las variantes ni los eufemismos (consecuencias naturales, período de inactividad, tiempo de reflexión o renovación) que usemos los adultos para construir una apariencia benigna sobre esta forma de tortura psicológica. La realidad es que el tiempo fuera es un método de cimiento autoritario y punitivo, con lo cual, provoca consecuencias perjudiciales en los pequeños.

¿Qué hay tras la aparente inocuidad del tiempo fuera o silla de pensar?

Como todo castigo psicológico, aunque se logre detener la conducta no deseada al momento de aplicarlo, no se atiende la causa que la provoca, de manera que  el comportamiento aflorará de nuevo, más temprano que tarde, multiplicado y empeorado.  Luego, por decir lo menos,  echamos al mundo seres humanos que respetan la luz roja del semáforo cuando no hay un policía y no porque han comprendido la importancia de respetar dicha norma. Por tanto, apenas encuentren la posibilidad de burlarla sin que haya sanciones, lo harán. Es decir, no ayudamos a desarrollar empatía, valores, conciencia despierta, sentido de pertenencia familiar y social, deseo genuino de cooperar

Según la experiencia del niño, el tiempo fuera implica su expulsión tanto del territorio físico como afectivo del adulto cuidador o figura principal de apego. El miedo al abandono infundido tras la amenaza de retirar nuestro amor, comunicación, aprobación, es el mecanismo que opera para provocar la interrupción de la conducta no deseada en el niño o niña. Decirle a un niño o niña que lo amamos pero que lo ignoraremos temporalmente expulsándolo de nuestro territorio físico, afectivo, cerrándole nuestro  escucha al mandarlo a la silla de pensar o aislarlo en su habitación hasta que aprenda a comportarse, es exactamente lo mismo que decirle te pego porque te quiero o por tu propio bien.  Así transmitimos el mensaje de que cualquier persona, especialmente aquella en la que más confíe o ame, puede amenazarle, manipular sus emociones y abusar de su integridad para obtener lo que espera de él o de ella.

Con la silla de pensar o tiempo fuera, censuramos la expresión de las emociones del niño, ignorándolo y aislándolo, provocando  que se solapen las causas que generan la conducta no deseada. Condicionamos al niño  a suprimir o bloquear sus sentimientos y a perder la confianza de expresarlos ante sus cuidadores. De esta manera perdemos la oportunidad valiosa de detectar heridas emocionales o necesidades legítimas no atendidas para ayudar a resolverlas.

El tiempo fuera o silla de pensar transmite al niño la enseñanza de que será aislado e ignorado cuando no se pliegue a nuestros deseos, y que es digno de amor sólo si hace lo que esperamos de él.

En lugar de ofrecer a nuestros pequeños herramientas de resolución de conflictos empáticas, inteligentes y respetuosas, el tiempo fuera enseña que los conflictos se resuelven imponiendo, expulsando  y  cerrando  la comunicación.

Dentro de una organización familiar o escolar democrática, no podría incorporarse esta clase de métodos de modificación de conducta, porque los mismos, por definición, son punitivos y autoritarios, de manera que para funcionar requieren sustentarse sobre organizaciones que posibilitan el abuso de poder, la imposición y la sumisión.

Aunque intenten hacernos ver la silla de pensar o el tiempo fuera como un recurso aceptable para sustituir el castigo físico en aras de educar niños obedientes sin maltratar, la verdad es que se trata de un método punitivo, autoritario, aterrador y humillante para el pequeño. Por tanto se constituye en un vehículo de transmisión de valores violentos.

Para beneficio de la humanidad conviene recordar  que, una cosa es un niño obediente y sumiso, y otra muy distinta un niño consciente, respetuoso y empático.

La vida es cambio constante. O buscamos nuevos referentes para educar y criar a nuestros niños y niñas,  o corremos el riesgo de quedarnos atascados en esquemas perjudiciales y vencidos.

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3 comentarios:

  1. Excelente artículo! Realmente como padres adoptamos métodos para la educación de nuestros hijos, sin saber si estos métodos serán beneficiosos o no para los pequeños! Gracias por su guía en este tema! Me gusta mucho su blog! La sigo gracias a inspirulina, una gran herramienta también!
    Muchas gracias!


    Martha.-

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  2. Buenas, qué sugiere para sustituir esta técnica?

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  3. Me parece muy bien, pero que otra alternativa nos brinda para aquellos niños especialmente con problemas de conducta en un aula de clases de 30 estudiantes?

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