CRIANZA EN CULTURA DE PAZ

Conocer , comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos. Transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado.
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martes, 27 de septiembre de 2016

Es de mala educación obligar a los niños a saludar






A propósito de obligar a los niños a saludar o besar a los demás. Es un contrasentido pretender transmitir buenos modales forzando, provocando miedo, dolor,  humillación, censurando y desconectando con el humor de las criaturas. Hacer algo así es de muy mala educación. 


Es importante tener clara la diferencia entre una orden y una invitación amable, respetuosa con los ritmos y las procesos emocionales del niño. Si quieres transmitir valores de respeto y empatía, comienza por dar el ejemplo tratando a los niños con la consideración y el respeto que merecen. 




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"El modelo de crianza en general es autoritario": Berna Iskandar


Entrevista en El Heraldo de Barranquilla


miércoles, 27 de agosto de 2014

Criar es crear, jugar, acordar, negociar

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Cuando un niño está pasándola bien haciendo algo que le gusta, y le decimos o le ordenamos desde la cocina o desde otra habitación que interrumpa su actividad para que haga otra cosa, o para que cumpla con una obligación como ir a bañarse, a comer, a hacer las tareas, etc., es muy probable que no responda de buena gana o no sienta el deseo de cooperar. A nadie le gusta que le interrumpan cuando la está pasando bien y menos con una orden ¿cierto? En esos casos es más efectivo acercarnos, empatizar con el niño (veo que estás disfrutando un montón con tus juguetes)  y comunicarle el evento por venir (pero ya llegó la hora de cenar). Con niños a partir de los 3 años, además del juego y la creatividad, podemos negociar y establecer  acuerdos sobre el tiempo que necesite para terminar con la actividad que está realizando (jugar, ver tv, etc.) y pasar a la siguiente (bañarse, cenar, hacer la tarea).  Con niños menores de 3 años que aún no han desarrollado la madurez cognitiva suficiente para la negociación, podemos usar el juego, la imaginación, la distracción, ofrecer alternativas más atractivas y otros recursos creativos para redirigir su atención e interés hacia la tarea que toque realizar...

Las posibilidades pueden ser tantas, como niños y padres en cada situación particular. Los ejemplos  siempre aportan referencias e ideas que podemos ajustar a cada caso. En este sentido invité a las mamás en mis redes sociales a compartir experiencias de recursos creativos, juguetones, imaginativos que suelen  usar o se les ocurre que podrían usar para motivar a los peques a hacer algo que en principio no les gustaría hacer,  sin recurrir a sistemas de premios y castigos, ni imponer, ni sermonear...

Mónica contaba historias muy locas que se inventaba y con las que se llevaba a sus hijas (cuando eran pequeñas) al baño, a la cena o a la cama.

Mi amiga Holanda, cuando la resistencia a bañarse de su hija de 7 años es dura de vencer,   apela  a recursos divertidos e inesperados como invitarla a meterse a la ducha con la ropa, o  a bañarse todos juntos (mamá, papá, hermanito …)

Mirwil  dice que su  hijo de 3 años anda en la etapa de los "súper héroes". Y que ella aprovecha -como quien no quiere la cosa-  exclamando, "¡oh no… a súper bebé se le ha olvidado darse un baño hoy! ¿qué podemos hacer? ¡ayúdame! ¡ya el agua está caliente!”  Con lo cual el niño sigue el juego encantado. Eso sí –subraya Mirwil- sin nada de apuros.

Otra mamá en la misma onda, cuenta que su hijo de 3 años está algo selectivo con la comida y le ha tocado invitarlo a la cocina para ayudar a preparar los alimentos atómicos de su súper héroe favorito (arepas Z y queso Fotónico) 

Patricia, con su niña de 5 años (por tanto ya en capacidad para negociar) nos cuenta que recientemente tenía que llevársela de casa de la abuela donde la pequeña se encontraba muy a gusto. Cuando le explicó que la razón era arreglar el carro para que estuviera en condiciones de llevarles a la playa el fin de semana, la ilusión de lo que venía luego de la “diligencia fastidiosa”, motivó a la pequeña.

Una seguidora con la cuenta llamada Criando Pensamientos nos dice que a sus sobrinos de 5 y 8 años les propone un juego dentro de la actividad "aburrida". Así, por ejemplo, logra que ayuden a ordenar, poniendo música mientras entre todos lo hacen bajo el reto de acabar antes de que termine la canción.

Una mamá con el usuario @seayalas cuenta que siempre se pone a cantar y bailar alocadamente y que anima objetos que le hablan a su bebé de 14 meses. Dice que no se reprime a la hora de recurrir a la fantasía y al juego alocado en sitios públicos para motivar, distraer o persuadir a su pequeño, aunque la gente la vea raro. 

Cuando algún pequeño o pequeña a mi cargo manifiesta resistencia a pesar de haber intentado varios recursos como la negociación, el juego, la magia… y ya no queda más remedio que llevarles hacia la actividad pendiente, me ha funcionado -como último recurso- convertirme en la monstrua de las cosquillas y los brinquitos, atraparlos y llevarlos cargados a punta de cosquillitas y brinquitos del parque al carro, o de la sala a la cama, a la ducha …

Todas las experiencias anteriores tienen en común las ganas de establecer una buena conexión con nuestros peques, dejar salir y seguir intuitivamente aquello que nos dicta nuestro propio niño juguetón y creativo, hasta conseguir una comunicación activa sin necesidad de castigar, gritar, sermonear, ni ordenar.

Los recursos del juego, la creatividad, la imaginación, la magia, el acuerdo, la negociación constituyen alternativas respetuosas y efectivas frente a los premios y castigos o la costumbre arraigada de dar sistemáticamente órdenes mirando al niño desde arriba.  Aunque a ratos nos resulte difícil, aunque tome más tiempo y esfuerzo, es así como cada día de la crianza de los peques a nuestro cargo, dejará de ser un campo de batalla para convertirse en un desafío lleno de oportunidades para  aprender y disfrutar juntos.

¿Te animas a compartir tu experiencia?   

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miércoles, 5 de febrero de 2014

Si no pego ni castigo ¿cómo le pongo límites a mi hijo?




La crianza respetuosa no propone niños que vayan al garete por la vida, haciendo lo que les da la gana, sin que sus adultos cuidadores les acompañen a desarrollar la conciencia y el reconocimiento de los límites connaturales de la convivencia. Lo que sí propone es que tanto padres y educadores acompañen conscientemente en el importante proceso de incorporación de disciplina y de reconocimiento de límites,  que  deben ser razonables y respetuosos con la integridad del niño como persona.

Sucede que la mayoría de los terrícolas procedemos de crianzas basadas en el adiestramiento y la obediencia, realizadas a través de métodos autoritarios, de cimientos violentos, como la disciplina punitiva que incluye tanto castigos físicos (nalgada, jalón de oreja, correazos...)  como psicológicos (gritos, palabras humillantes, silla de pensar o tiempo fuera, cartelera de puntos, entre otros sistemas de premios y castigos) Por eso siempre que menciono los estragos y desventajas que dichos recursos "educativos" entrañan para los niños a nuestro cargo, progenitores y educadores se sienten  perdidos, sienten que entran en un vacío desconcertante: "si no doy nalgadas, si no lo mando a la silla de pensar, si no uso  premios y castigos para educar, ¿cómo logro que mi hijo o hija me haga caso y respete los límites? ¿cómo logro que no se convierta en un tirano?".

Lamento desilusionar a quienes esperan fórmulas fáciles, cómodas, recetas instantáneas y estandarizadas que al mismo tiempo sean conscientes, justas y respetuosas de los derechos del niño para educarlos en el reconocimiento de límites y disciplina. Según mi experiencia, tal cosa no existe. La realidad demuestra que cada situación debe ser encarada como un desafío único según sea la visión fruto del propio condicionamiento, los recursos emocionales y expectativas del adulto cuidador, tomando en cuenta el momento evolutivo y las características particulares de cada niño, así como las circunstancias que este experimenta en un determinado momento. Por otra parte las fórmulas y recetas estandarizadas no funcionan, porque cada familia constituye una identidad particular con sus propias costumbres de lo cual se desprende un conjunto de valores y reglas de convivencia. De manera que lo que podría funcionar a mis vecinos, probablemente no sirva en mi familia.  En todo caso, lo que queremos lograr es que el niño desarrolle el genuino deseo de cooperar sin la amenaza de castigos o la promesa de recompensas; es decir, que nuestro hijo o hija consiga auto-regularse, que no dependa de la vigilancia constante. Que se convierta en guardián de sí mismo, que oriente su vida a partir de la ética y de los valores que ha decidido conscientemente incorporar en su bagaje emocional.

Durante los años dedicados al trabajo de investigación y  divulgación de crianza respetuosa, he escrito y publicado varios artículos relacionados con el tema, así como también he recopilado publicaciones de expertos que pueden servir para encontrar alternativas a los métodos punitivos de crianza.   Espero les sea de utilidad. Aquí van los títulos con el enlace:



 

Recordemos una y otra vez que el hogar no es un cuartel, es un útero amoroso y nutricio donde se forman los seres humanos que luego echaremos al mundo.



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miércoles, 9 de octubre de 2013

Jugar es lo que hago cuando dejan de decirme qué hacer


 

Pintura de Tatiana Deriy 

En los escenarios virtuales de la crianza respetuosa me encontré recientemente con la hermosa pintura de una niña jugando con su muñeca, acompañada con la leyenda que dice, La definición de jugar de un niño: es lo que hago cuando todos los demás dejan de decirme qué hacer.

Resulta inquietante ver la gran cantidad de niños que luego de largas jornadas escolares, son sometidos a la presión de agendas copadas en actividades extra escolares dirigidas. Pertenecemos a una civilización de niños programados, que van por la vida bajo la presión casi constante de cumplir objetivos, plegados a rutinas y horarios tan exigentes como los de un adulto.  Niños con escaso tiempo para realizar una actividad vital para su sano desarrollo emocional, cognitivo, físico. Niños privados de ocasiones para ejercer su niñez, es decir, para  entregarse al juego libre, creativo y espontáneo.

Rosa Jové, en su libro Ni Rabietas ni conflictos, dedica un capítulo a este neurálgico tema. La psicopediatra y autora española refiriéndose a la importancia del juego libre para los niños, explica lo siguiente.

El juego es una actividad imprescindible para el desarrollo y la formación del niño. Lo es tanto que debería ser normal que el pediatra nos preguntara datos sobre las horas de juego de nuestro hijo, no ya por aquello de que un niño que juega es un niño sin grandes problemas (los niños con mucho malestar, hambre o estrés apenas juegan), sino porque de la calidad y cantidad de las horas de juego del niño se derivarán conocimientos, aptitudes y habilidades sociales necesarias para la vida adulta. En este caso estamos hablando del juego desestructurado e imaginativo, del juego que realizan los niños solos o en grupo, sin reglas preestablecidas, sin objetivo definido, sin premios... No hablamos de las partidas de parchís, los videojuegos o el deporte. Estamos hablando de dejar a los niños totalmente a su aire, independientemente de que decidan jugar a los médicos durante cinco minutos o de que prefieran simular que se pelean como karatecas (más bien, como héroes del manga).

Tan importante como comer es el juego, la recreación y esparcimiento para los pequeños, que la Convención Internacional de los Derechos del Niño, basándose en la naturaleza singular y evolutiva de la infancia, lo establece como un derecho. 

Según explica Jové, el juego libre, espontáneo e imaginativo mitiga el estrés infantil. Estudios realizados con pequeños de tres a cuatro años separados de sus madres  el primer día de guardería, lo comprueban. Después de permitir a un grupo jugar libremente -en solitario o en pareja- y sentar a otro grupo para leerle cuentos durante algunos minutos, midieron los niveles de ansiedad y estrés con el resultado de que el primer grupo logró bajarlos al doble  respecto al segundo.

Cualquier objeto que no revista peligro para el niño, puede convertirse en un juguete. Seguramente hemos visto muchas veces a un pequeño disfrutar más con una simple caja de cartón o con las ollas de la cocina que con juguetes de última generación súper elaborados.  En este sentido la doctora Jové aclara que el juego espontáneo y creativo resulta mucho más eficaz si se realiza con objetos cotidianos que el niño puede usar como elementos para construir según le dicte la imaginación, con lo cual consigue explorar y descubrir mayores posibilidades, usos y dimensiones del objeto y la experiencia. 
Para  finalizar,  la  reconocida psicopediatra y autora española, habla del beneficio del juego libre, espontáneo y creativo en el desarrollo de habilidades sociales en los niños afirmando que con ello, aprenden a respetar turnos de juego y escuchar otras opciones .

En resumen, es indispensable para el sano desarrollo infantil que garanticemos abundante  tiempo,  espacio y oportunidades para que los niños realicen juegos libres, creativos, espontáneos -es decir juegos no dirigidos- cada día de sus vidas.

Enlaces relacionados

Una tarde sin juguetes: Y ahora, ¿qué hacemos? con la psicóloga Violeta Alcocer Vía serpadres.es

 

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