No es necesario llegar a pegar, ni siquiera llegar a gritar para ser violentos con nuestros hijos. Transmitirle miedo, culpa, criticarlos, compararlos, ridiculizarlos, invalidar sus percepciones y reclamos, puede hacer tanto o más daño. Es preciso registrar los modelos tóxicos de comunicación que los adultos hemos internalizado y repetimos automáticamente con los niños a nuestro cargo.
Berna Iskandar
Divulgadora y asesora de crianza alternativa
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