"...hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros..." Octavio Paz. El Cántaro Roto.

CRIANZA EN CULTURA DE PAZ

Conocer , comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos. Transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado.

miércoles, 24 de julio de 2013

Los estragos de la obediencia


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La obediencia es un principio supremo presente aún en la educación, no sólo militar, sino infantil. Se exige a los niños obediencia ciega bajo la amenaza de castigos, de la pérdida de aprobación o del amor en caso de rebelarse a las órdenes de padres o educadores, sin importar qué tan injustas y arbitrarias sean. Docilidad y  adiestramiento son las bases de la educación y la crianza.  Desobedecer entraña uno de los más grandes pecados en nuestra cultura patriarcal, y así nos lo dejan claro las escrituras de todas las religiones judeocristianas. La obediencia al adulto como uno de los ejes fundamentales de la crianza y de la educación tradicional,  aún hoy hegemónica en nuestro planeta, supone la represión de la expresión de las pulsiones y la sabiduría intuitiva del niño. La gran mayoría de los adultos hacemos énfasis en criar niños obedientes antes que poner el acento en cultivar la capacidad de autorregulación, comprensión,  reflexión y la construcción del deseo genuino del niño a cooperar,  respetando su propio criterio y su integridad como persona.  Este es el modelo que -lo aceptemos o no, lo registremos o no- en mayor o menor grado,  incorporamos durante la infancia y luego replicamos en la adultez, salvo que hagamos un esfuerzo consciente para observarlo y trascenderlo.

En este video que traigo hoy veremos un experimento espeluznante donde se desvelan los estragos de la educación autoritaria, que Alice Miller denomina la Pedagogía Negra, cuyo pilar fundamental es la obediencia a la autoridad.  Se trata de una versión reciente del famoso experimento de Milgram en el que se arroja el mismo resultado del original realizado durante la década del sesenta. Con lo cual queda en evidencia  que después de más de cuarenta años, nada ha cambiado.

Vean el grado en que hemos sido condicionados para la obediencia y la sumisión a las órdenes de un superior, desoyendo nuestro sentido común y sabiduría intuitiva. Vean y comprenderán por qué tantas personas terminan cometiendo despropósitos únicamente por el hecho de obedecer o seguir ciegamente el comando de alguien que consideren autoridad suficiente, incapaces de responder a su propio sentido común, enterrado desde la más temprana infancia  bajo capas de condicionamientos represores gracias a lo que hemos llamado buena educación. Miremos aquí lo acuciante que constituye la necesidad de plantearnos qué es lo que queremos lograr como educadores o criadores. Porque una cosa es un niño sumiso y obediente, y otra muy distinta es un niño empático, respetuoso, consciente, criado con la libertad de desarrollar su propio criterio para  autorregularse y tomar buenas decisiones en su vida presente y futura.  

Twitter. @conocemimundo
 


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