Por Berna Iskandar
La crianza con apego parte de
la teoría del apego propuesta originalmente por el psiquiatra infantil John
Bowlby quien sostuvo y demostró -a
través de estudios y observaciones directas con niños- que la necesidad de
contacto, proximidad, mirada, cuerpo, consuelo… satisfechas de manera constante
por parte de un adulto significativo que sepa reconocer e interpretar las
necesidades del niño, constituye la base del sano desarrollo del ser humano. Difiere del planteamiento de Sigmund Freud,
quien estudió la impronta de la infancia a través del adulto mediante el
psicoanálisis y no directamente en niños como lo hizo Bowlby. Por otra parte el
padre del psicoanálisis califica el deseo de apego del bebé como un producto secundario
derivado del deseo de satisfacer la necesidad primaria de llegar al alimento
que ofrece la madre (el bebé siente deseo
de apego hacia la madre porque sabe que en ella encontrará la fuente de
alimento). Bolwby, el padre de la teoría del apego, en cambio, revela y demuestra que al igual que
alimentarse, el apego en sí mismo ya es una necesidad primaria, tan potente
y vital para garantizar la sobrevivencia y el desarrollo saludable de los seres
humanos.
Somos mamíferos, primates (muy
sofisticados pero lo somos) por lo tanto dependemos del contacto piel con piel
para sentir afecto y seguridad, sobre todo cuando somos crías completamente
carentes de autonomía y muy dependientes para sobrevivir. Estar en contacto
permanente con el cuerpo de la madre nos permite sentirnos seguros, a salvo.
Sentir la piel, el olor, la voz, los latidos de la madre, es nuestra garantía de sobrevivencia y es el modo de
percibir seguridad, placer, amor, confianza. Un bebé desde el primer momento en
que registra una necesidad y hasta que la misma es cubierta, atraviesa un lapso de experiencia en extremo sufriente,
en el cual se llena de estrés y de miedo, porque biológicamente registra
amenaza a la sobrevivencia. Por eso la crianza con apego derrumba
el mito de que debemos enseñar a los bebés a “tolerar la frustración”, y propone
satisfacer de inmediato y continuamente las necesidades del bebé previniendo
así que sus niveles de estrés aumenten y perjudiquen su desarrollo cerebral y
emocional.
Aunque
lo hayamos perdido de vista, somos descendientes de antepasados humanos que
llevaban a sus crías todo el tiempo en brazos o colgadas en pareos, dormían con
ellas, las alimentaban con pecho durante años, las criaban piel con piel, sin
dejarlas llorar, y todo esto porque de otro modo no hubiéramos sobrevivido como
especie. Retomar esas prácticas es lo
que propone la crianza con apego, porque
aunque ya no vivamos en cuevas al acecho de fieras predadoras, sino en
hogares más seguros, los bebés de hoy
siguen respondiendo a las mismas características biológicas de los bebés de hace millones de años.
La crianza con apego se
inscribe dentro de los principios de la crianza respetuosa, aunque hace énfasis
en los primeros años de vida del niño o la niña, durante los cuales atraviesan
el período de mayor dependencia de la madre para subsistir. Sin embargo un niño
a cualquier edad, según sea la característica de su momento evolutivo, siempre
necesita establecer un apego seguro con adultos significativos. Necesita para
su sano desarrollo, al igual que comer y respirar, contar con la certidumbre que
le prodiga saber y experimentar que hay uno o varios adultos a su cargo, responsivos y en conexión con su
alma infantil.
Los principios de la crianza
respetuosa podrían resumirse en cuatro aspectos fundamentales, los puntos 2 y 3
se vinculan directamente a la crianza con apego:
1. Horizontalidad: Tratar a los
niños como a iguales. No hacer al niño lo que no nos gustaría que nos hicieran.
2.
Empatía: ser capaces de sintonizar con el alma infantil de
nuestros pequeños, reconocer y valorar sus necesidades auténticas sin
degradarlas a la condición de capricho.
3.
Ser responsivos de inmediato y sostenidamente ante las
necesidades, sentires y expresiones del niño.
4. Límites y disciplina
razonable, no punitiva, flexible, democrática, humanizada, respetuosa de los
derechos del niño.
Enlaces relacionados:
Para un cerebro sano, mucho amor, mimos y brazos
Lo dijo el pediatra Carlos González en Conoce Mi Mundo
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