"...hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros..." Octavio Paz. El Cántaro Roto.

CRIANZA EN CULTURA DE PAZ

Conocer , comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos. Transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado.

domingo, 21 de agosto de 2022

La angustia del adolescente

 




Los adolescentes en todo el mundo, desde hace una década, están experimentando una terrible soledad, sentimientos de tristeza y desesperanza. Según  Carmen Loureiro Rey, psicóloga y miembro IAN, en los noventas los problemas y riesgos asociados a la adolescencia se centraban especialmente en el consumo de alcohol y otras drogas o en conductas de riesgo asociadas a la búsqueda de emociones intensas, el riesgo de embarazos no deseados, etc.


En nuestros días sin embargo, la ansiedad, depresión, suicidio, autolesiones y otros sufrimientos mentales muy graves están encabezando las estadísticas. Han pasado “de síntomas externalizantes a internalizantes y lo que los adolescentes declaran es que se sienten más solos.”


Se sabe que existe relación directa entre el aumento de la soledad y el sufrimiento psicológico de los adolescentes en nuestra actualidad con el uso de las nuevas tecnologías que impiden el encuentro real tan necesario especialmente en esta etapa de desarrollo. Se ha incrementado exponencialmente el número de horas de conexión a pantallas y por tanto están en menor presencia con sus coetáneos e incluso familiares. En una etapa donde la formación de los vínculos emocionales alternativos a la familia es determinante, se está viendo muy afectada la socialización real, la comunicación emocional, las relaciones profundas de intercambio significativo, mientras han cobrado más tiempo y espacio las relaciones superficiales que se establecen a través de Internet o redes sociales donde no existe contacto corporal ni exploración física conjunta en el mundo real.


Estar más conectados a las redes comporta un mayor estímulo de competición y aumento de la sensación de exclusión.  A su vez conlleva a una doble pérdida: si la persona adolescente no está conectada, se siente excluida porque no se entera de lo que pasa con los amigos, pero cuando lo está se siente infeliz frente a la felicidad en muchos casos construida que otros exhiben.


Berna Iskandar


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