"...hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros..." Octavio Paz. El Cántaro Roto.

CRIANZA EN CULTURA DE PAZ

Conocer , comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos. Transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado.

miércoles, 30 de abril de 2014

Quiero que mi hijo sea el mejor





Digo con frecuencia que, cada uno -niño y adulto- andamos por la vida a velocidades y en planetas distintos. No es poca la información falsa y los malos entendidos que circulan sobre lo que los niños realmente necesitan. Tras dichas mitologías y falsas creencias psicológicas sobre la naturaleza del desarrollo infantil  se nutre una amplia industria que responde básicamente a los intereses del mercado pero que no necesariamente favorece las reales necesidades psicoafectivas de los niños pequeños.

A  menudo me abordan progenitores angustiados en el afán de que sus pequeños (bebés y preescolares)  alcancen el máximo potencial de desarrollo, sobre todo cognitivo. Progenitores buscando estrategias, métodos o algún tipo de entrenamiento o estimulación llamada en algunos casos “temprana” capaz de garantizar   avances, rápidos y óptimos,  en distintos aspectos del desarrollo infantil.

Si hiciéramos una encuesta, no serían pocos los padres que revelarían el deseo de  que sus peques se  conviertan en niños prodigio o  Babies Einstein. Muchas veces les he escuchado verdaderamente angustiados decir, “quiero que mi hijo o hija  sea el mejor o la mejor en lo que haga”.  Con estas expectativas sembradas terminamos por comprar la idea de que hay que ofrecerles desde muy temprana edad entrenamientos sofisticados con artilugios, actividades o agendas tan exigentes como las de un adulto. Nos han hecho creer que el vínculo y disponibilidad emocional con inversión de tiempo y dedicación en el andar por la casa y por la vida de la mano de nuestros hijos, no es suficiente estímulo o enseñanza para los chiquitines.

Si no hablan fluidamente a los dos años, queremos libros o especialista que nos digan cómo lograrlo lo más temprano posible. Para que desarrollen habilidades psicomotoras, cognitivas, etc.,  los  apuntamos en un gimnasio especial para niños o en al menos tres actividades deportivas y/o artísticas diferentes a la vez. Como si la casa, el parque, andar con ellos por los sitios habituales durante la convivencia con sus propios padres, sus familiares, amigos, vecinos,  no fuera suficiente. Los llevamos al preescolar desde los dieciocho meses o antes,  porque nos han hecho pensar que sólo así consolidarán un rendimiento óptimo o por encima de la media en su desempeño escolar futuro.

Sobre el mito de la relación entre inteligencia y escolarización temprana, el pediatra y autor Carlos González -entre otros especialistas más conscientes sobre la real naturaleza infantil- aclara algunas verdades fundamentales.  Por ejemplo, que las guarderías y preescolares no son necesarios para los niños. En los países europeos, con los mejores indicadores de rendimiento académico (Alemania, Finlandia…), menos del diez por ciento de los niños van a la guardería o al preescolar.  La escolarización obligatoria comienza a partir de los seis a siete años y son los países que  el reputado informe Pisa siempre señala con el mejor resultado de rendimiento académico. Es decir, que los niños no aprenden más por ir desde los tres o  los dieciocho meses a la guardería o al preescolar. Dichos espacios institucionales, se diseñaron para tener a los niños en algún lugar mientras los padres van a trabajar, pero no para satisfacer las necesidades evolutivas de los pequeños.  

Un pequeño básicamente lo que necesita es mantenerse en su entorno familiar la mayor cantidad de tiempo posible, cerca de la presencia de un cuidador (preferiblemente la madre)  que sepa interpretar y satisfacer sus necesidades, que nutra sus demandas afectivas, que le provea cuidados amorosos, consuelo, seguridad, mirada, cuerpo, brazos, conexión con su alma infantil. Adultos que sepan respetar su propio ritmo madurativo sin forzarlo a pasar hacia etapas para las que no está preparado.

Hasta los cinco, seis años, los pequeños están en proceso de consolidar funciones tales como caminar, comer por sí mismos, hablar, controlar esfínteres, madurar su sistema inmunológico...  Durante sus primeros años de vida un niño es como una fruta verde que necesita estar todo el tiempo pegada al árbol recibiendo la sabia hasta madurar.  Con  apego seguro en su entorno familiar, una vez maduros y bien nutridos en sus necesidades afectivas, los pequeños llegarán hasta el momento madurativo correspondiente mucho mejor preparados para digerir y superar los objetivos académicos que exige la escuela.

En lugar de apresurar a nuestros niños para que alcancen el “máximo potencial“   en términos y tiempos que respondan a nuestras expectativas adultas, deberíamos comenzar a respetar sus propios tiempos y confiar más en la capacidad que tiene cada  pequeño  de autorregularse . Observar, confiar y respetar es la clave.


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miércoles, 23 de abril de 2014

La importancia de saber expresarse





 El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma
Marcel Prévost

Un tema de fundamental importancia para progenitores, docentes y adultos cuidadores en el abordaje de la educación y de la crianza, es el desarrollo de la capacidad de expresión del niño. En el proceso de desarrollo emocional y cognitivo, desplegar al máximo una correcta y amplia capacidad de expresión constituye la fortaleza por excelencia sobre la cual nuestros hijos y alumnos se erigirán conscientemente a través de sus experiencias a lo largo de la vida, y conectarán con su sí mismo facultados para ponerle palabras a sus emociones, sus deseos, sus temores, para explicar y dar estructura a lo que les acontece, para encontrarse en condiciones de interpretarlo fehacientemente gracias  a un correcto y amplio dominio del lenguaje.
Recursos para el logro de este propósito hay muchos, desde abrir la escucha empática y receptiva, permitiendo que los niños hablen y manifiesten su propio punto de vista sin miedo a ser censurados, sin gritarles, sin banalizar sus sentires, prestando la atención que merecen en todo momento, creando el clima de confianza y motivación necesarios.
La lectura y la escritura también constituyen una enorme ayuda. La lectura es un medio fascinante para viajar y conocer otros seres, mundos nuevos sin movernos de donde nos encontramos. La lectura nos adentra en experiencias infinitas con las que nos identificamos, profundizando así, nuestro auto conocimiento. La lectura potencia el desarrollo de la fantasía, permite enriquecer nuestro vocabulario… Los cuentos, la literatura y también la escritura facilitan la oportunidad de elaborar inquietudes, emociones, miedos, fantasías que el niño vive en su mundo interior y que logra manifestar motivado por una historia que vincula con su vivencia subjetiva.

La oralidad, palabrear constantemente a los niños asumiendo que son capaces de conectarse, comprender nuestra intención, inflexiones de voz, etc., desde que están en el vientre, cantarles canciones de cuna, contarles cuentos breves,  narrar lo que pasa, hablarles siempre bien, pronunciando correctamente las palabras aunque usemos un tono dulce, va familiarizando al niño con el ritmo y la musicalidad del idioma…
Desde muy temprana edad podemos leerles cuentos en voz alta que iremos mostrando al niño para que se establezca un vínculo afectivo con la historia, pero al mismo tiempo con ese objeto de donde sale la historia.

Procuremos que el momento de leer no se convierta en una pesada obligación, que leer o narrar cuentos se convierta en un encuentro ameno, relajado, que sobre todo nutra el vínculo entre padres e hijos. Esto hace que la experiencia de lectura sea algo rico, placentero, agradable, deseable. Decía el gran Jorge Luis Borges, que el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo, que él siempre aconsejó a sus estudiantes dejar un libro que les aburriera, que no leyeran un libro porque es famoso, porque es antiguo o moderno…  la lectura debe ser una de las formas de felicidad,  y no se puede obligar a nadie a ser feliz.

Es importante recordar que para los niños todo es juego, todo lo aprenden, lo asimilan, lo incorporan jugando, y acompañarles a facilitar su capacidad expresiva a través del hábito amoroso por la lectura, no es una excepción. Entonces abordemos la lectura lúdicamente, pongamos voces a los personajes, imaginemos y describamos el escenario, inventemos juntos… Volvamos a ser niños, reconectando con nuestro lado juguetón, regodeándonos en el placer que ofrece la lectura compartida con los pequeños, logrando con ello la atención y el interés de nuestros niños.

¡Ah!, y no hay que olvidar un principio fundamental en todos los aspectos de la educación y la crianza: la vía por excelencia de la incorporación de valores y el modelaje no es otra que el ejemplo. Si queremos un niño lector, entonces que nos vean leyendo. Que nos escuchen comentar la lectura con entusiasmo, bien sea de un libro, de una revista, de un artículo, de un cómic o cualquier forma de comunicación escrita que contenga temas de interés para el adulto, para el niño y para todos los miembros de la familia.
Feliz día del libro.


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lunes, 21 de abril de 2014

Abril mes aniversario... Cumplimos ocho años

Abril, nuestro mes aniversario... cumplimos ocho años como primer y único programa en los medios venezolanos enteramente dedicado a promover #CrianzaRespetuosa. Pioneros en Venezuela dando a conocer sus principios, expertos, autores, libros y fuentes en el mundo hispanohablante. Cambiando el paradigma de crianza para la construcción de un mundo más humanizado. 


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miércoles, 16 de abril de 2014

Ignorar el llanto de un niño es violencia




Es desgarradora la  frecuencia con que nos encontramos frente a escenas que revelan la distancia física y emocional de madres o adultos cuidadores respecto a los niños pequeños cuando por ejemplo, lloran pidiendo brazo, consuelo. Escenas de niños desoídos por nuestras almas congeladas en cantidad de condicionamientos y doctrinas hostiles hacia la infancia,  incorporando y perpetuando falacias y lagunas respecto a la manera en que los niños necesitan ser atendidos, cuidados, amados.  Esta vez  traigo una conferencia realizada por la psicopediatra española Rosa Jové, autora de bestsellers como La Crianza Feliz y Dormir Sin Lágrimas. En esta conferencia, entre varios aportes, Rosa Jové habla de estudios científicos que demuestran que al estar solos, a los bebés les baja la temperatura, les sube el ritmo cardiaco y se sienten mal, y de cómo se estabilizan y calman cuando se les acerca su cuidador.  Disfrútenla y compártanla, para el beneficio de nuestros niños y niñas, por favor.  Muchas gracias.

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jueves, 10 de abril de 2014

Paz Adentro: autocuidado, contención y fortaleza en tiempos de crisis


Hoy quiero hablar de Paz Adentro, una iniciativa emprendida por la psicóloga Cristal Palacios, directora de Psiquearte, con el propósito de mitigar los estragos psicológicos provocados por la violencia urbana. Este emprendimiento se despliega a través de distintos espacios terapéuticos itinerantes, ahora especialmente activado en respuesta a la crisis que atraviesa Venezuela, para ofrecer contención a familias y niños.

Además de Cristal Palacios de @psiquearte, reunidos en equipo de trabajo voluntario, llevamos esta iniciativa adelante Linsabel Noguera de @ranaencantada, Holanda Castro de @clubparamamas, Antonio Villarroel de @plastilinarte, Mariangel Paolini de @cocinasegura, Vida Gaviria de @modomama, Bibi Delgado de @tinmarinlibros, Claudia Cordido de @danzoyexisto y esta servidora (Berna Iskandar) de @conocemimundo.  El propósito es ayudar a encauzar emociones, tensiones, angustias en primer lugar con los adultos, para que logremos restablecer el equilibrio necesario y centrarnos para apoyar y acompañar a nuestros hijos y alumnos en el objetivo de atenuación del impacto psicológico generado por la crisis que a todos afecta en estos momentos.

Lo hacemos a través de la elaboración y difusión de contenidos con la etiqueta #pazadentro y #educapazvzla principalmente en twitter y otras redes sociales o medios de difusión a nuestro alcance. También llevamos Paz Adentro con actividades  en distintos puntos de la ciudad de Caracas, abriendo espacios para la expresión de inquietudes, el compartir de experiencias, brindado recursos sobre autocuidado en situaciones de estrés, manejo de tensiones, cómo actuar en emergencia, estrategias de comunicación y contención con los pequeños en casa y en la escuela, etc.. y ofreciendo juegos creativos y cuentos para que los niños elaboren la difícil realidad que les ha tocado vivir en estos tiempos de dura crisis que atraviesa el país, exaltando los valores de reconocimiento al diverso, de respeto, de paz y de democracia.

La invitación queda abierta para todas las personas interesadas. Pueden disponer de esta ayuda haciendo búsquedas a través de las etiquetas #pazadentro y #educapazvzla en Twitter. En Pinterest, se abrió un muro con diferentes recursos, como imprimibles, carteles con recomendaciones para embarazadas, madres recientes en lactancia, sobre manejo de la crisis en casa, en el aula, frente a violación de Derechos Humanos, asistencia de niños y ancianos en caso de ataques con bombas lacrimógenas, manejo de emociones y traumas, prevención en situaciones de riesgo, juegos y otros recursos creativos y terapéuticos, que pueden usar o compartir a través de este enlace.
Toda vez que se planifican actividades en Caracas, la convocatoria se publica en redes sociales con la etiqueta #pazadentro y #educapazvzla.

Porque la cultura de paz no se instala por sí sola ni por pura invocación, hay que construirla desde lo subjetivo hasta lo social.


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miércoles, 2 de abril de 2014

Toda crisis trae algo que enseñarnos





Ningún ser humano pasa por esta vida sin ser tocado. Todos sin excepción atravesamos períodos difíciles o las llamadas crisis donde lo habitual se desajusta para dar paso al cambio que a menudo, sobre todo si navegamos a ciegas,  se presenta de forma caótica, incierta y amenazante.

Es internacionalmente conocida la situación de aguda crisis social que, en estos tiempos aciagos, experimenta Venezuela. Atrapados en una escalada de violencia, caos e ingobernabilidad nos vemos en la necesidad de sobrevivir los habitantes de mi país, sumando el enorme compromiso de proteger, contener y orientar a los niños que están bajo nuestra responsabilidad, con lo cual la   angustia y la incertidumbre arrecian.

Sin embargo, aún cuando las crisis no sean deseables, siempre vienen para enseñarnos algo. Para ayudar a darnos cuenta de aspectos fundamentales de nuestra vida que hemos desatendido. Las crisis son mensajeras que vienen a despertar la conciencia y en la medida en que abramos la escucha a lo que vienen a decirnos saldremos fortalecidos. Toda vez que hago una mirada retrospectiva a mi propia historia personal, término por confirmarlo.

Cabe aclarar que apreciar el aprendizaje que viene en cada crisis significa atravesarla con conciencia e inteligencia.  Si no aprendemos las lecciones que trae cada crisis,  ésta se reeditará sucesivamente con mayor fuerza a lo largo de nuestra vida.  Pero, para aprender de la crisis, superarla y no repetirla, necesitamos altas dosis de apertura emocional y capacidad de autocrítica.

Quizás una de las grandes enseñanzas de esta crisis que hoy afecta a los habitantes de Venezuela, se encuentra en registrar la importancia de cultivar fehaciente y coherentemente los valores democráticos desde la raíz, desde el proceso de desarrollo de los seres humanos dentro del ámbito del hogar, durante la crianza. De modo que cabe cuestionarnos, queremos vivir en democracia, ¿pero estamos criando y educando en democracia?.

Podríamos aprovechar el miedo, el dolor, la impotencia, la humillación y la indignación que nos pega tan duro cuando somos testigos o víctimas de abuso y de violación sistemática de derechos ciudadanos por quienes detentan el poder, cuando lo correcto, lo coherente con los valores democráticos, es que deberían actuar como garantes de nuestra integridad y de las leyes. A partir de esta  experiencia de autoritarismo padecida en la propia carne desde el lugar de víctimas,  podríamos apelar a la empatía y reconocer el abuso que con nuestra propia cuota de poder como padres o adultos cuidadores, responsables de proteger  a nuestros niños, ejercemos sistemáticamente durante la  educación o crianza. ¿Acaso no estamos abusando toda vez que les humillamos e irrespetamos su integridad como personas, con castigos físicos o psicológicos, sin la posibilidad de defenderse ante nuestro poder fáctico?. ¿Por qué no somos capaces de ver todas las veces que nos comportamos como dictadores en el hogar? Nos quejamos con toda razón de que nuestras demandas sociales son descalificadas, desoídas, desatendidas por quienes tienen el deber de atenderlas, y que encima nos reprimen el legítimo  derecho a la protesta cerrando toda posibilidad de solución a la crisis.   ¿Acaso no encontramos parecido en el hecho de degradar a la condición de capricho, descalificar y desoír las legítimas necesidades de nuestros pequeños, quienes previamente las han expresado de tantas maneras sutiles hasta estallar en berrinches o "mal comportamiento", desesperados y sin recursos ya para lograr que atendamos y prodiguemos lo que legítimamente necesitan?.

Observemos nuestro hogar como una  biopsia del país. ¿Cuál es nuestro grado de tolerancia, respeto, capacidad de resolver diferencias a través de acuerdos, de negociación y de encuentro frente a posiciones, opiniones, situaciones que no se pliegan a nuestro deseo, nuestra comodidad o expectativas en nuestras relaciones personales o con nuestros hijos?. ¿Cuántas veces negados a perder poder, declaramos la guerra a los niños con un no rotundo y se hace lo que yo digo porque soy tu mamá o tu papá y punto,  en lugar de acordar, negociar para dar cabida al deseo de todos?

Ser capaces de registrarlo, equivale a romper con una cadena nefasta que comienza por sembrar  el autoritarismo en el hogar, desde donde parte e irradia hasta consolidarse en la sociedad.  Entonces, si queremos vivir en una sociedad democrática, primero aprendamos a criar y educar en democracia.  Para sanar el tejido, hay que regenerar la célula.

Todo lo que nos acontece es coproducido. Con conciencia y fortaleza podemos asumir la cuota de responsabilidad que nos corresponde y usar nuestro poder personal para contribuir con el llamado a la transformación que viene implícito en cada crisis a lo largo de nuestra vida.  

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