CRIANZA EN CULTURA DE PAZ

Conocer , comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos. Transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado.
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lunes, 24 de septiembre de 2012

El delicado asunto de intervenir o no


 
Una niña no mayor de seis años camina por la acera.  Su mamá, una mujer joven que se encuentra varios pasos adelante conversando con una amiga, voltea con cierta frecuencia para regañarla o para ordenarle que se apure. Cada tanto, la pequeña nota que su madre se aleja más de la cuenta así que se apresura. Pero luego se distrae, vuelve a su mundo. Desacelera, retoma el ritmo contemplativo de los niños. Mira a su alrededor, se tapa los oídos y se los destapa como ensayando: ahora hay ruido, ahora no. “¿Para qué te tapas los oídos?”, reclama la madre. La niña suspende el juego y acelera su marcha, pero al poco tiempo se detiene a mirar cualquier cosa que llama su atención. Agarra hojas caídas de los árboles, las observa,  compara tamaños, las sobrepone, las agita. La mamá voltea nuevamente para comprobar si la niña se encuentra lo suficientemente cerca o se ha rezagado. Cuando la ve sacudiendo las hojas, se burla diciendo, “pareces una loca haciendo eso, apúrate”. Yo, una transeúnte desconocida ubicada justo detrás de la criatura observando la escena y cuidando de que no se haga daño o se escurra desde la acera hacia los carros, precipito el paso, me pongo a la altura de la mamá y digo: “Qué va, loca no. Los niños son como laboratorios científicos. Ella está explorando y conociendo el mundo, calculando, comparando sonidos, tamaños, resolviendo preguntas… Mientras hace todo eso se está volviendo mucho más inteligente”. La señora sonrió y yo pude haber agregado a mi observación la sugerencia de que caminara detrás de su hija sin perderla de vista, pero justo en ese momento llegamos a una esquina donde cada quien tomó una ruta diferente.
A menudo encuentro escenas de padres desvinculados cuyos únicos momentos de comunicación son para regañar, criticar, ordenar y hasta pegar o poner en riesgo la integridad física de sus hijos.  
Resulta difícil decidir qué hacer en casos así. Personalmente trato de cuidar el modo en que intervengo, cuando lo hago, porque si tuviera que responder cada vez que me topo con estas escenas, me convertiría en candidata a encierro en un manicomio. Por lo regular, decido hablarle a los pequeños, poniendo en voz alta lo que creo que pueden estar sintiendo a través de preguntas como, “¿estás llorando porque te cansas de caminar o de andar en el cochecito?, es que los brazos de mamá son el paraíso ¿verdad que sí?”, con la esperanza de que baje la tensión y los padres atiendan al bebé en lugar de llevarlo a rastras, ignorarlo, gritarle que es muy pesado y no lo van a cargar, etc. Sin embargo, cuando veo a padres pegar a sus niños, intervengo con firmeza y les comunico directamente que lo que hacen es ilegal, y  que si veo a un policía, denunciaré de inmediato.  
Ciertamente puede ser irrespetuoso meternos donde no nos piden opinión, como también es cierto que con una intervención aislada no resolvemos el problema de fondo. Incluso los padres podrían quedar aún más molestos por sentirse cuestionados y luego descargar su frustración sobre los pequeños con lo que habremos complicado la situación. Pero cuando la integridad de los niños está en juego, no encuentro otra opción. Creo, además, que si no hacemos sentir el repudio social frente a las infinitas formas de malos tratos hacia los pequeños, permitimos que se sigan naturalizando.
¿Qué opinan ustedes? ¿Cómo se han sentido o que han hecho cuando se ven frente a experiencias de este tipo?.

 

Enlaces Relacionados:

La "nalgada a tiempo"

¿Cómo te sentirías si te lo hicieran a ti?

Tratarás al niño como a un igual 

 

Email: conocemimundo@gmail.com  

Twitter. @conocemimundo

jueves, 6 de septiembre de 2012

Una nueva cepa de padres: el papá moderno

 
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Los tiempos cambian y el rol de papá en la crianza, también.  En la última década los hombres se han ido zafando del papel de padre meramente proveedor o reproductor,  para conquistar un vínculo más fértil, nutritivo y enriquecedor, basado en mayor compromiso emocional y disfrute de sus hijos y sus hijas. Vemos como crece el número de progenitores varones más participativos e implicados en la crianza. Muchos hombres comienzan a involucrarse emocionalmente con los hijos desde el momento mismo de la concepción y embarazo, acompañando y apoyando de cerca y constantemente a la madre gestante. Los días en que los papás ni pensaban en ocuparse de alimentar, higienizar o llevar al pediatra a sus hijos, van quedando atrás.

Según estudios realizados por la  Oficina de Censos del Gobierno de Estados Unidos, los papás que se quedan en casa, (stay-at-home dads) se han duplicado en la última década. En muchos países, aumenta el número de papás que optan por empleos de tiempo flexible para trabajar desde el hogar  o , que previo acuerdo y evaluación con sus parejas, deciden hacer pausa en sus carreras para ocuparse de la crianza de los hijos.  En Europa y algunos países de Latinoamérica se han hecho estudios que miden el cambio del modo en que los nuevos papás se están vinculando con sus hijos. La tendencia es que los  hombres están disfrutando con la experiencia de ser padres, se muestran muy cariñosos y están implicados al cien por ciento en la educación de sus hijos. Incluso se registra un porcentaje importante de papás que está de acuerdo en sacrificar su sueldo o su desarrollo profesional para dedicar más tiempo a sus familias.  

 
El cambio generacional es inminente. Muchos hombres perciben que tienen una relación bastante más cercana con sus hijos respecto a la que tuvieron con sus progenitores. Así mismo, sienten necesidad de que se aumenten los permisos laborales para estar más tiempo con sus hijos tras el parto o nacimiento, y están muy interesados en que se establezcan políticas reales de conciliación laboral familiar que les permitan pasar más tiempo con su familia.
Hombres y mujeres se hacen conscientes de que las labores o roles de padre y madre, no siempre ni necesariamente dependen del género. La mujer ha conquistado  espacios públicos (estudio, trabajo, profesión, política, deporte…) con lo cual se abren espacios  dentro del hogar para que el hombre también participe de las funciones, que sólo se atribuían al sexo femenino, como es el caso de las tareas domésticas y la crianza de los hijos.
Poco a poco vamos avanzando hacia una nueva paternidad.   Y pese a que aún la mayor carga de trabajo doméstico y la crianza sigue bajo la responsabilidad de las mujeres, ciertamente avanzamos hacia la materialización de la corresponsabilidad y la equidad, no sólo en beneficio de la mujer, sino también del hombre al que se le abren las posibilidades de enriquecer su experiencia humana a través del encuentro y el disfrute más cercano e íntimo con los hijos y la familia.
Es inminente el surgimiento de un modelo que rompe con el arquetipo de padre tradicional para dar paso a una nueva cepa de padres: el papá moderno más comprometido y activo con la crianza y que además disfruta del vínculo con sus hijos e hijas. Demos la bienvenida a la nueva paternidad. ¡Que se riegue como flores por el mundo!...

Enlaces relacionados

Papá no es prescindible
Familia matricentrada Venezolana (Entrevista al Dr Alejandro moreno Olmendo)
El lugar de papá en la crianza

domingo, 7 de agosto de 2011

Crianza y construcción de la masculinidad


Vivimos la realidad de un modo tan fragmentado que no somos capaces de ver la relación entre algunas prácticas comunes de la crianza o  socialización de los varones y las infinitas dosis de violencia a gran escala que hoy nos desgarran.

Soy una convencida de que para transitar el camino hacia el cambio y la transformación fértil y constructiva necesitamos hacernos muchas preguntas antes que apelar al impulso de sacar las respuestas predigeridas siempre disponibles en el atávico baúl que venimos arrastrando transgeneracionalmente. Un baúl que cada día nos va pesando más  y que resulta  demasiado oneroso sostener.

Me siento afortunada de hacer este trabajo. Cada una de las entrevistas que realizo se convierten en un viaje hacia nuevas maneras de entender la realidad. En este tramo del viaje, tendremos el privilegio de indagar sobre  la construcción de la masculinidad en la crianza de la mano de un experto facultado  y con una visión y una propuesta poco abordada por los especialistas en nuestro país. Antonio Pignatiello psicoanalista, profesor de psicología de la Universidad Central de Venezuela (UCV), blogger del estupendo espacio Revés de la Masculinidad, nos acompaña en la aventura de hacernos preguntas, reflexiones y enfocar la mirada hacia nuevas perspectivas.  

¿Estamos  criando hembras y machos o seres humanos?, ¿por qué se vive la masculinidad como algo que siempre estuviera a punto de perderse?...

Como en las funciones de cine 3D,  Conoce Mi Mundo invita siempre a usar unos lentes especiales y atreverse a vivir la aventura del “darse cuenta” observando la  misma realidad cotidiana en el ejercicio de la crianza de los hijos, desde nuevos referentes.