- Los padres conscientes aceptan a sus hijos tal y como son, respetando, protegiendo y fomentando el desarrollo de su potencial único y de su libre personalidad.
- Los padres conscientes tratan a su hijos como a un igual, con el mismo respeto y consideración con el que esperan ser tratados. No pegan, ni gritan, ni imponen a sus hijos.
- Los padres conscientes escuchan a los hijos sin banalizar sus sentires, deseos y expresiones, asumiendo que son siempre importantes.
- Ser padres conscientes es palabrear constantemente a los pequeños, contarles lo que nos pasa, lo que esperamos de ellos, lo que necesitamos.
- Los padres conscientes buscan tras la superficie las razones del comportamiento en lugar de interrumpir conducta con métodos punitivos.
- Ser padres conscientes es respetar los propios ritmos madurativos de los hijos en lugar de forzarlos a responder según los ritmos externos.
- Los padres conscientes se preocupan por comprender la naturaleza de cada etapa madurativa de su hijos y tienen expectativas verdaderas sobre lo que se puede o no esperar de los pequeños según su momento evolutivo.
- Ser padres conscientes es ponerse en los zapatitos de los hijos, comprender cuáles son sus necesidades reales y satisfacerlas sin reparos.
- Ser padres conscientes es darse el permiso de cuestionar lo naturalizado y hacer las cosas de un modo distinto al que se ha hecho siempre.
- Los padres conscientes se permiten ejercitar la autocrítica, y cuando se equivocan, saben pedir disculpas a sus hijos.
- Los padres conscientes comprenden la importancia de emprender la propia búsqueda y el trabajo interior para reconectar con la consciencia despierta y desde allí educar a los hijos.
- Los padres conscientes saben ser democráticos, flexibles y enseñar a los hijos a comprender sus deberes sin violar sus derechos .
- Los padres conscientes ofrecen explicaciones y alternativas, en lugar de imponerse y dar sistemáticamente órdenes.
- Ser padres conscientes es sustituir la autoridad, por comunicación, acuerdos y compromiso emocional.
- Los padres conscientes comprenden la diferencia entre educar a un niño respetuoso, consciente , empático y educar a un niño sumiso y obediente.
- Los padres
conscientes comprenden que el hogar no es un cuartel, sino un útero
amoroso y nutricio donde se forman los seres humanos que luego echaremos
al mundo.Email: conocemimundo@gmail.comTwitter. @conocemimundoFB: Conoce Mi Mundo
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CRIANZA EN CULTURA DE PAZ
miércoles, 22 de mayo de 2013
Ser padres y madres conscientes
viernes, 7 de diciembre de 2012
¿Malcriar o Biencriar? Cuidado con esta trampa
lunes, 5 de noviembre de 2012
Hagamos tregua a la guerra de deseos
¿Quee tal si probamos hacerlo de otro modo?
Por ejemplo:
✔️“¿Quieres bañarte antes o después de cenar? ¿prefieres que te acompañe un rato mientras te bañas y así nos contamos cómo nos fue durante el día?”: Además de ofrecer opciones, no hay nada más atractivo y estimulante para un niño que ha estado todo el día sin ver ni vincularse con sus padres, que la oportunidad de obtener presencia, mirada, atención y afecto de sus progenitores.
✔️ “¿Qué te parece si cantamos tu canción favorita o jugamos mientras ordenamos la habitación?”: En lugar de dar sistemáticamente órdenes, vinculémonos a través del juego, la risa y la creatividad para motivar y construir en los pequeños el deseo natural de cooperar.
✔️ “Entiendo que quieras comerte todas las galletas pero no es saludable por... qué tal si jugamos con tus juguetes favoritos o coloreamos juntos": Reconocer el deseo del niño aún cuando no podamos complacerlo, permite que se sienta tomado en cuenta. Al ofrecer opciones le mostramos la vida como un vaso medio lleno en lugar de medio vacío de posibilidades.
✔️ “Veo que te encanta saltar, tenemos que ir al parque de juegos muy pronto para que te des gusto sobre el colchón de aire… o podemos bajar el colchón al piso para que puedas hacerlo sin riesgo de caerte de la cama”: Reconocer las necesidades legítimas de los pequeños (en este caso ejercitar su motricidad, explorar, divertirse, etc.) y facilitar entornos seguros para su satisfacción, los remite a sentirse seguros y sostenidos para desplegar su potencial
✔️ “Sabes que tienes libertad de ponerte la camisa que elijas siempre que esté limpia”: Cuando dentro de los márgenes de resguardo a su seguridad permitimos libertad para que nuestro hijo elija, logramos que se sienta empoderado, prevenimos confrontaciones, le enseñamos a fortalecer la confianza para conocerse a sí mismo, sus posibilidades y desarrollar criterio para la toma de propias decisiones.
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jueves, 27 de septiembre de 2012
Ponernos en sus zapatitos
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jueves, 13 de septiembre de 2012
Tratarás al niño como a un igual
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“Para hacer grandes cosas, es preciso ser tan superior a sus semejantes como lo es el hombre a la mujer, el padre a los hijos, el señor a los esclavos”. Aristóteles siglo V a.C. Con esta frase citada por Casilada Rodrigáñez, en su artículo “Poner límites o informar de los límites”, la escritora madrileña aporta clara referencia del orden en el cual hemos basado más de cinco mil años de civilización patriarcal, establecido sobre el principio de la jerarquía. Un orden opuesto a la estructura anterior de sociedades neolíticas matrifocales, que se asentaron sobre la horizontalidad y la cooperación.
Acierta Rodrigáñez, al destacar que nuestro modelo actual de hombre o mujer, incluye la superioridad adulta como uno de los pilares del patriarcado, aún predominante en el planeta. Con este paradigma calado hasta los tuétanos, la mayoría de los adultos valoramos al niño como un inferior y un subordinado. Es así que la práctica de ordenar, imponer y doblegar al niño la llevamos muy interiorizada y, por tanto, se hace tan difícil sustraernos de ella.
Han transcurrido, sin embargo, alrededor de un
par de décadas en las cuales una corriente de pensamiento florece a la luz de
un nuevo despertar de conciencia, y comienza
a sumar voces que valoran al niño como a
un igual. Una corriente sustentada
en modos de relación más horizontales entre adultos y niños, que abraza conductas
orientadas por principios de equidad, respeto, altruismo, dignidad, empatía y
no violencia.
Hablamos de una filosofía que nos encamina a ofrecer explicaciones y alternativas, en lugar de dar sistemáticamente órdenes e imponernos a partir de la descalificación de las capacidades y habilidades del niño. Una nueva estructura que llama a sustituir la autoridad, por comunicación, acuerdos y compromiso emocional. Que nos lleva a creer en que sí es posible ser democráticos y flexibles en el hogar, en que sí es posible enseñar a los hijos a comprender sus deberes sin violar sus derechos, en que sí es posible ejercer el rol de padres tratando al niño como a un igual. Un nuevo orden donde los niños opinan y acuerdan con el resto de la familia, sobre los asuntos cotidianos. Donde se les informa respetuosamente cómo funciona este mundo que están conociendo. Una forma de vida que valida el ejercicio de la autocrítica, de pedir disculpas a los hijos cuando nos equivocamos. Que nos da el permiso de hacer las cosas de un modo distinto. Otra manera de vivir la paternidad y la maternidad que convoca a ponernos en los zapatitos de los niños para comprender cuáles son sus necesidades reales y satisfacerlas sin reparos. A tener expectativas reales sobre lo que se puede o no esperar de los pequeños según su momento evolutivo. A respetar sus propios ritmos madurativos en lugar de forzarlos a responder según los ritmos externos. Un camino amoroso que nos inclina a buscar tras la superficie las razones del “mal comportamiento” de los niños, en lugar de interrumpir o modificar la conducta con métodos punitivos. Que nos llama a palabrear constantemente a nuestros pequeños, a contarles lo que nos pasa, lo que esperamos de ellos, lo que necesitamos. A escucharlos y atenderlos sin banalizar sus sentires, deseos y expresiones, asumiendo que son siempre importantes.
Desmontar el constructo adultocéntrico con
raíces milenarias, supone una visión
ética elevada, con paradigmas de avanzada, poco comprendidos hoy. Tenemos por delante el enorme desafío
de comprometernos con nuestro propio cambio de conciencia y contribuir
con abundantes umbrales de retorno hacia la crianza humanizada. Es nuestra deuda pendiente con los niños.
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lunes, 3 de septiembre de 2012
¡No es maña!
En definitiva, con una historia breve, nos demuestran que la crianza libre de violencia se sostiene sobre las bases del compromiso emocional, la paciencia, el altruismo y la empatía hacia nuestros niños y niñas. Además, ofrecen herramientas y alternativas de aproximación y solución respetuosa y consciente a los problemas, desde la comprensión de las necesidades reales de nuestros niños y niñas. Y todo resumido en cinco minutos de un modo sencillo y muy didáctico.
Sueño con el día en que todos los medios de difusión masiva estén llenos de mensajes como estos.
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sábado, 14 de julio de 2012
¿Cómo me sentiría si me lo hicieran a mí?
viernes, 24 de febrero de 2012
Mis publicaciones en el Blog Inspirulina
domingo, 20 de febrero de 2011
Quien esté de acuerdo con la nalgada a tiempo que levante la mano
Comparto con ustedes otro programa sobre el castigo físico infantil. Ojalá contribuya a disolver esta construcción social nefasta que nos mantiene empeñados en no querer asumir al niño como persona, como a un igual con derecho al mismo trato y el mismo respeto que esperamos para nosotros como adultos. Y ojalá quede claro que mi propósito no es, ni ha sido, ni será promover una educación laxa, sin límites ni disciplina, sino de promover métodos humanizados de disciplina, estrategias respetuosas para conducir a nuestros niños a reconocer conscientemente los límites y por ende respetarlos, lo cual supone por supuesto, más tiempo, más comunicación, más conexión y compromiso emocional por parte de los padres y adultos involucrados, porque siempre es más cómodo, fácil y rápido detener un comportamiento no deseado pegando un grito o un golpe, pero nunca será ni efectivo a largo plazo, ni admisible, porque "niño SI es gente", y merece respeto al igual que usted y que yo.
martes, 25 de enero de 2011
Derecho al buen trato
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